Después de varios meses de lectura intermitente, logré terminar Americanah de Chimamanda Ngozi Adichie. No vayan a pensar que la demora se debió a la imposibilidad de la novela en engancharme, sino que la rutina y el cumplimiento con la lectura de otros textos del magíster me impidió dedicarle el tiempo que me habría gustado y no tuve más remedio que postergarla.
La novela de Ngozi Adichie cuenta la historia de Ifemelu, una joven nigeriana que debe dejar atrás su antigua vida y romance para postular a una beca de residencia en Estados Unidos. La novela explora, principalmente, las diferencias culturales que experimenta la protagonista al salir de su país y enfrentarse a una serie de prejuicios que recaen sobre ella y su nacionalidad. Además, Ifemelu debe luchar en todo momento para no convertirse en una Americanah, apodo que reciben aquellos nigerianos que regresan de Estados Unidos a su país natal, y que constantemente están quejándose de cómo son las cosas en Nigeria. Fenómeno típico de quienes viven en el extranjero por un tiempo y que después, cuando vuelven a sus países de orígenes -cargados de snobismo-, no pueden evitar las comparaciones.
Me pareció que la novela, además de ser una lectura ágil y entretenida, desarrolla tópicos bastante contingentes en el contexto globalizado que vivimos hoy en día. De hecho, ese es uno de los elementos que más disfruté del libro pues, en su aparente simpleza de la trama, expone temas que dan pie a discusiones sumamente profundas. Así, la novela reflexiona en torno a los prejuicios y las dificultades que surgen a partir de la inmigración, la raza, los privilegios, los orígenes, etc, pues Chimamanda tiene una visión bastante crítica sobre ellos. En ese sentido, en algunas oportunidades me recordó a Dientes Blancos de Zadie Smith, ya que aborda temáticas bastante parecidas.
La novela también es interesante desde un punto de vista de género, pues Chimamanda retrata las diferencias de roles entre hombre y mujeres dentro de la sociedad nigeriana. Esto no es de extrañar si consideramos que la autora ha sido catalogada como ícono feminista, sólo basta echar una mirada a sus obras Todos deberíamos ser feministas y Querida Ijeawele. Cómo educar en el feminismo. En Americanah, por ejemplo, vemos a mujeres cuya máxima realización en la vida es el matrimonio -sobre todo en la clase alta, donde Chimamanda centra su historia-. Mujeres atrapadas en convencionalismos y estereotipos, dispuestas a hacer vista gorda a las infidelidades de sus maridos con tal de llevar a cabo la fachada de familia perfecta. Mujeres cuyo único motor en la vida es cómo son percibidas por los hombres. La protagonista, en cambio, se distancia de ellas mostrándose como una figura fuerte, subversiva, cuestionadora y con agencia.
Como lectora, me pareció una lectura bastante enriquecedora porque te obliga a cuestionar tus propios prejuicios y privilegios.